Derecho a existir

La naturaleza tiene derechos y los derechos de la naturaleza son fáciles de entender y enseñar

La civilización moderna trata la Naturaleza como un recurso que debe ser explotado por los humanos, como si todo en el planeta hubiera sido creado para el consumo humano. Las teorías económicas modernas tratan a la Naturaleza como si no fuera un factor en absoluto en la economía, como si todos los materiales que la gente utiliza aparecieran de... ¿dónde? La realidad es que todo lo que ha inventado el ser humano lo hizo a partir de las materias primas que le proporcionó la Naturaleza.

Derecho a existir en lenguas indígenas kemëntsah, wonaan, embera y cofán.

"Ya no se les puede llamar dinosaurios", dijo Yo-less. Es especista. Hay que llamarlos pre-petroleros".
- Terry Pratchett, Johnny y la bomba

El concepto de que la Naturaleza fue creada para servir a los humanos es una arrogancia extrema. Aunque fuera cierto, mantener intactos los ciclos vitales de la Naturaleza es esencial para la existencia humana. Al fin y al cabo, el ser humano forma parte de la Naturaleza.

Mientras se debate si un cigoto humano tiene derecho a la vida y se otorga a las las empresas tienen personalidadla inmensa mayoría de los animales y otros seres vivos no tienen derechos ante la ley. no tienen derechos ante la ley. En consecuencia, la masa creada por el hombre supera ahora a toda la biomasa viva del planeta. En otras palabras, los seres humanos han sustituido a la inmensa mayoría de los seres vivos del planeta por objetos artificiales inanimados. 

De hecho, resulta que no somos tan diferentes de los plátanos como nos gustaría pensar (incluso si no contamos el hecho de que el plátano se convierte en parte de nosotros una vez que lo comemos).

El derecho de la naturaleza a existir en la ciencia

Un organismo es cualquier entidad viva que presenta las características de la vida (responder a estímulos externos, mantener la homeostasis, reproducirse, etc.). Incluso las formas de vida más simples, como las bacterias, cumplen estos criterios, mientras que los seres no vivos no. Es evidente que muchos organismos compiten entre sí por la primacía en la cadena alimentaria y por los recursos, pero ¿tiene un organismo más valor intrínseco que otro? La lógica dictaría que los humanos no tienen más valor intrínseco que otras especies. Y somos igual de susceptibles a las consecuencias naturales de comer en exceso, sobrepasar o no reponer nuestras reservas de alimentos. 

Existe un creciente movimiento jurídico y filosófico que aboga por los "derechos de la naturaleza", que pretende conceder a los ecosistemas derechos jurídicos intrínsecos, similares a los derechos humanos. Esta idea postula que la naturaleza, como sistema vivo, debe tener derecho a existir, mantener sus ciclos vitales y regenerarse sin interferencias humanas indebidas. El concepto se inspira tanto en las tradiciones indígenas como en la ética medioambiental, haciendo hincapié en una visión ecocéntrica según la cual los ecosistemas tienen un valor inherente que va más allá de su utilidad para los seres humanos.

El precedente moderno del reconocimiento jurídico de los derechos de la naturaleza empezó a cobrar fuerza en Constitución de Ecuador de 2008que reconoce los derechos de los ecosistemas, conocidos como "Pachamama", a existir y prosperar. Algo parecido ha ocurrido en Nueva Zelanda, donde el río Whanganui y el bosque bosque de Te Urewera se les concedió personalidad jurídica. Los tribunales de Colombia y la India también han reconocido a los ríos y otros ecosistemas como entidades jurídicas con derechos específicos de protección y restauración.

El influyente ensayo de Christopher Stone de 1972, ¿Deben los árboles tener legitimación?proporcionó un primer marco teórico para estos avances jurídicos. Su trabajo sostenía que las entidades naturales, como los bosques o los ríos, deberían tener capacidad jurídica para ser representadas en los tribunales a través de tutores. Estas ideas, que en un principio se consideraron radicales, han pasado a formar parte de un movimiento más amplio de justicia medioambiental que pretende abordar la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y la degradación del medio ambiente cuestionando los marcos jurídicos antropocéntricos.

El movimiento ha cobrado impulso en todo el mundo, con países como Bolivia, Bangladesh y México integrando estos principios en sus marcos jurídicos. Las filosofías indígenas desempeñan un papel clave en el concepto, haciendo hincapié en una relación holística entre los seres humanos y la naturaleza. Sin embargo, la aplicación práctica de estos derechos se enfrenta a desafíos, como la aplicación legal y el equilibrio entre los intereses humanos y la protección de los ecosistemas.

El movimiento por los derechos de la naturaleza representa un cambio hacia el reconocimiento del valor intrínseco de los ecosistemas, reforzando los esfuerzos por proteger el medio ambiente frente a crisis ecológicas actuales como la deforestación y el cambio climático. La filosofía se basa en la noción de que los ecosistemas no deben considerarse meros recursos para uso humano, sino entidades que merecen protección por sí mismas y por el equilibrio ecológico más amplio que sustentan.

El derecho de la naturaleza a existir en derecho natural

"Si el Cielo y la Tierra son incapaces de persistir, ¿cómo podría el hombre?"
- Lao Tzu, Tao Te Ching

El derecho de la naturaleza a existir es evidente. 

La naturaleza y los seres naturales tienen derecho a existir, no por su utilidad para los humanos, sino simplemente porque son. Las montañas, los ríos, las plantas y los animales tienen derecho intrínseco a existir, al igual que los seres humanos tienen derecho a existir. 

Por supuesto, la Naturaleza no es estática. Todos los seres nacen, viven y mueren. Del mismo modo, las montañas, los ríos e incluso los continentes cambian constantemente. Y al mismo tiempo, podemos decir que la Naturaleza tiene el derecho intrínseco a existir, aunque cambie a través de sus propios ciclos.

Aunque es necesario para la vida consumir otros seres vivos, y es necesario utilizar los recursos planetarios para construir viviendas y otras construcciones que sustenten la vida, todos estos recursos proceden del mundo Natural. 

Respetar el derecho de la Naturaleza a existir no significa que no utilicemos sus recursos. Significa que tratamos esos recursos con respeto cuando los utilizamos para nuestra supervivencia, y que no adoptamos una actitud frívola hacia la destrucción de los seres naturales vivos y no vivos. 

He aquí algunos ejemplos de cómo se ha violado el derecho de la Naturaleza a existir, y las consecuencias naturales.

En 2024, la pérdida de biodiversidad sigue siendo un problema mundial crítico, y las poblaciones de animales salvajes experimentan descensos alarmantes. Según el Informe Planeta Vivo 2024 del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF)las poblaciones de vertebrados han disminuido una media del 73% desde 1970. América Latina, en particular, se enfrenta a una grave crisis, ya que las poblaciones de fauna salvaje de la región se han desplomado un 94% de media. Estas tendencias ilustran la fragilidad de los ecosistemas en todo el mundo, acercando a muchos al colapso debido a la deforestación, el cambio climático y otras actividades humanas.

Esta crisis de la biodiversidad tiene graves consecuencias naturales. La degradación de los ecosistemas compromete la seguridad alimentaria, empeora la inestabilidad climática y amenaza el suministro de agua limpia. Por ejemplo, la deforestación continuada del Amazonas -una de las selvas tropicales más vitales- corre el riesgo de alcanzar un punto de inflexión que podría transformar la zona de bosque en sabana. El declive de las poblaciones silvestres también altera la polinización, la salud del suelo y los ciclos del agua, que son esenciales para la agricultura sostenible y el bienestar humano.

El derecho de existencia de la naturaleza en la legislación humana

Abordar la pérdida de biodiversidad es urgente. Porque las violaciones del derecho de la Naturaleza a existir están causando enormes daños al planeta. 

Los esfuerzos de conservación y los marcos mundiales como el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) impulsan la restauración a gran escala de los ecosistemas para 2030. Sin embargo, el éxito de estos esfuerzos depende de inversiones sustanciales, cambios políticos y cooperación mundial, sobre todo porque los altos niveles de consumo en las naciones desarrolladas siguen impulsando la destrucción de hábitats en regiones ricas en biodiversidad. 

Está claro que estos esfuerzos no tendrán éxito a menos que aprendamos a reconocer los derechos de otras especies en las leyes humanas. Por ahora, las empresas humanas tienen derechos, pero en la mayoría de los casos, otras especies no. 

No está claro por qué las empresas deben tener derecho a existir. Al fin y al cabo, si una empresa cierra, los inversores encontrarán otras inversiones y los trabajadores otro trabajo. Las propiedades encontrarán otros propietarios. Nada se destruye realmente cuando una empresa cierra. 

Sin embargo, en muchas jurisdicciones se reconoce a las empresas como personas jurídicas con derechos. De hecho, el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) del Banco Mundial es una institución diseñada explícitamente para defender los derechos de las empresas por encima de los derechos humanos y de los derechos de los Estados-nación independientes y de los gobiernos elegidos democráticamente.

La defensa de los derechos de las empresas ha llegado a ser tan extrema que incluso se ha denominado "terrorismo contencioso".. Normalmente, este tipo de pleitos afectan a recursos naturales de alto riesgo. En otras palabras, se ha dado prioridad a los derechos de "personalidad" de las empresas y a los derechos de los inversores a obtener beneficios frente al derecho de la naturaleza a existir y a los derechos de las personas a controlar cómo se utilizan los recursos de su nación.

Resulta que la mayoría de la gente quiere mantener intactas sus culturas y la Naturaleza. El simple hecho de otorgar a la gente el derecho a proteger la Naturaleza en sus zonas suele bastar para garantizar el Derecho de la Naturaleza a Existir. Por desgracia, esta no es la situación por defecto. 

Sin embargo, se avecinan cambios. 

  • Proyecto sobre derechos de los no humanos: Esta organización ha sido pionera en los esfuerzos jurídicos para garantizar la personalidad de animales como chimpancés y elefantes. Su defensa, basada en peticiones de hábeas corpus, pretende impugnar la detención de animales en cautividad. Un caso muy conocido fue el de Happy, un elefante del zoo del Bronx, en el que el tribunal reconoció la importancia de la autonomía y la libertad del animal, aunque no le concedió plenos derechos de persona.

  • Caso Estrellita en Ecuador: En un precedente único, el Tribunal Constitucional de Ecuador aplicó el marco de los "Derechos de la Naturaleza" a un animal individual. Estrellita, un mono lanudo que se tenía como mascota, fue trasladado a un zoológico por las autoridades, y la decisión del tribunal hizo hincapié no sólo en el bienestar del animal, sino también en la interconexión entre los derechos de los animales y la salud del ecosistema. Ecuador ha consagrado los Derechos de la Naturaleza en su Constitución, reconociendo la personalidad jurídica de los ecosistemas y sentando un precedente para casos similares relacionados con animales.

  • Derechos de los ecosistemas: A varios ecosistemas, como los ríos, se les ha concedido personalidad jurídica para protegerlos de la explotación. Algunos ejemplos son el río Atrato de Colombia y todos los ríos de Bangladesh. Estas acciones legales permiten a los guardianes representar a los ecosistemas ante los tribunales, garantizando su derecho a existir y florecer sin interferencias humanas.

Estos casos reflejan un movimiento más amplio que pasa de tratar a los animales y los ecosistemas como mera propiedad a reconocer sus derechos intrínsecos y su autonomía. Aunque aún están evolucionando, estas iniciativas ilustran una creciente conciencia de las responsabilidades éticas hacia la vida no humana y los sistemas naturales.


El derecho de la naturaleza a existir en la ley espiritual

Las culturas indígenas y las tradiciones espirituales de todo el mundo suelen defender una cosmovisión que reconoce el valor intrínseco de todos los seres vivos y promueve la idea de que los seres humanos, los animales, las plantas y los ecosistemas coexisten dentro de una red de interdependencia.

  • Las cosmovisiones de los nativos americanos suelen hacer hincapié en que los animales y los humanos comparten un parentesco, reflejado en ceremonias, historias y prácticas como los animales tótem. Los lakota se refieren a todos los seres como "Mitákuye Oyás'in" (que significa "Todos mis parientes"), expresando la creencia de que todas las entidades, incluidos los animales y las rocas, merecen respeto.

  • Las tradiciones aborígenes australianas sostienen que los humanos no son superiores a los animales ni a las plantas. El Dreaming, una compleja cosmovisión, enseña que los humanos son custodios, no propietarios, de la tierra y que los animales y los paisajes tienen espíritus que deben ser honrados.

  • Las culturas indígenas amazónicas (por ejemplo, los achuar o los yanomami) practican la caza y la agricultura sostenibles, con rituales en los que se pide permiso a los espíritus de los animales antes de cazar y se les ofrece gratitud después. Esta práctica garantiza el equilibrio entre especies.

  • La cultura maorí de Nueva Zelanda hace hincapié en el concepto de kaitiakitanga, o tutela, reconociendo que los seres humanos son cuidadores del mundo natural. Creen que las plantas y los animales, incluidas las especies autóctonas como el kiwi, tienen derecho a prosperar y a ser protegidos.

  • Los grupos indígenas andinos (como los quechuas y aymaras) veneran a la Pachamama (Madre Tierra) como un ser vivo al que hay que respetar para mantener la armonía. Creen que las montañas, los ríos y los bosques tienen espíritus.

  • En la India, los Bishnoi practican un vegetarianismo estricto y protegen la vida salvaje. Su famosa protesta para proteger los árboles abrazándolos inspiró el moderno movimiento medioambiental Chipko.

  • La filosofía africana Ubuntu, que hace hincapié en que el bienestar surge del respeto mutuo y la coexistencia. El dicho zulú "Umuntu ngumuntu ngabantu" (una persona es una persona a través de otras personas) refleja esta interconexión, que se extiende incluso a animales y plantas.

  • Los pastores de renos sami del norte de Europa tratan a los animales y a la tierra con reverencia, reconociendo que la naturaleza les provee pero no debe ser explotada.

En conclusión, el derecho de la naturaleza a existir

Los tribunales y los ciudadanos reconocen cada vez más el derecho de la naturaleza a existir. Crear un medio ambiente sano para todos exige respetar a todos los habitantes de la Naturaleza como intrínsecamente valiosos, independientemente de su "utilidad" en términos humanos.

En muchas culturas indígenas, el derecho de todos los seres vivos a existir está arraigado en una cosmovisión que hace hincapié en el respeto, la reciprocidad y la responsabilidad. La vida no se ve como una jerarquía, sino como una red dinámica de relaciones en la que cada ser desempeña un papel. Esta perspectiva contrasta con las modernas visiones antropocéntricas y ofrece profundos conocimientos sobre sostenibilidad, conservación y ética.

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